La línea que separa compararte con la inspiración es muy, pero que muy fina. Demasiado. 

Y cuando estás emprendiendo, compararte es algo muy dañino que puede llegar incluso a destrozar tu negocio. 

Por eso hoy quiero dedicarle un artículo a este asunto, ya que muchas veces caemos en la trampa de pensar que lo que estamos haciendo mirando a X persona haciendo X en su Instagram es inspirarnos, cuando en el fondo nos estamos comparando. 

La verdad es que siendo sinceros, todos, absolutamente todos, nos hemos comparado alguna vez con alguien. Y a todos nos habrán comparado también con otras personas. Es natural. 

Recuerdo ese típico momento de: “fíjate en tu hermana como lo hace, a ver si aprendes”. Frases que no tienen maldad, pero que tienen un verdadero impacto en nuestra vida adulta. 

Compararnos es parte de nuestra naturaleza humana. Sin embargo, la mayoría de las veces todo comienza como inspiración. 

El problema es que terminamos buscando esa inspiración para ver aquellas cosas que nos gustaría tener o alcanzar, y eso a veces no nos permite valorar aquello que hemos logrado o aquello que tenemos ya, pues terminamos minimizando nuestros propios éxitos a través de la comparación.

Es muy raro que abras (volviendo al ejemplo de Instagram) la aplicación con la única intención de compararte y venirte abajo con lo que quisieras tener y no tienes, ¿verdad?

La abres buscando inspiración, poder conectar con personas que tienen vidas que nos gustan, y ver contenido que vibra con nosotros. 

Es más, es que en muchas ocasiones sin esa inspiración no encontraríamos el empuje necesario y puede que no diéramos ese primer paso en la dirección correcta. 

Hasta que un día, esa inspiración nos llena de malestar. 

 

La inspiración jamás debería llevarte a algo negativo 

 

La inspiración es genial, pero como te decía, está separada tras una fina línea de la comparación. 

Si te das cuenta de que tu mente te está contrastando a ti o a tu vida con una fuente de inspiración, entonces probablemente no te está inspirando realmente. 

Vamos a verlo con un ejemplo. 

Imagina el caso de una emprendedora que quiere reinventarse y tener su propio negocio. 

Lo primero que hizo fue buscar inspiración de una forma natural. Comenzó a empaparse de todo lo que veía en internet hasta que encontró a algunas personas que encajaban con su personalidad, y las comenzó a seguir más de cerca. 

Así fue como empezó a investigar en cómo habían logrado lo que tenían, y lo replicó, solo con una diferencia: que no conseguía los mismos resultados. 

Esto hizo que su mente hiciera click y comenzara a comparar su caso con el de sus fuentes de inspiración. 

¿Dónde estaba el problema? ¿Sería ella, que no era suficientemente buena?

En realidad no lo sabemos, porque desconocemos el contexto de las otras personas. Lo que sí sabemos con certeza es que cuando tenemos un negocio propio, una de las cosas más perjudiciales que podemos hacer es compararnos.

Al final, este mecanismo es una trampa en la que generamos unas expectativas sobre nosotros que a menudo son irreales. Idealizamos lo que han hecho otras personas, y menospreciamos lo que hacemos nosotros. 

 

Cómo detectar si estás cayendo en la trampa de compararte

 

Ya hemos visto en el blog lo importante que es la mentalidad para un emprendedor. El mindset lo es todo, o al menos casi todo.

En este sentido, es peligroso compararse con otras personas que ya lo han logrado. Piensa que tus supuestas fuentes de inspiración pasaron años trabajando, tal vez sin ver ningún resultado, pero no sabotearon sus posibilidades comparándose con otra persona. 

¿Por qué entonces estar drenando tu energía comparándote con ellas? ¿No crees que tendría más sentido invertir esa energía en buscar la forma de lograr tus objetivos? 

Compararte puede llegar a ser un hábito tóxico del que luego te sea difícil escapar. Por eso, es recomendable que aprendas a detectarlo y ponerle remedio.  

Para ello, pregúntate: ¿cada vez pasas más tiempo deslizando en Instagram y comparando tu vida con la de otras personas? En ese caso, tal vez sea el momento de dejar de seguirlas. 

Y no, no te estoy diciendo que no uses las redes sociales (porque además de una fuente de inspiración, son un gran canal de comunicación para tu negocio que puede traerte muchas cosas buenas).

A lo que me refiero es que si notas que cada vez te afecta más lo que hacen otras personas, si te preguntas por qué ellas sí y tú no… Es el momento de darle al pause.

Si lo que quieres es inspirarte, pregúntate por qué te inspiran ciertas personas. Puede ser su personalidad, su trabajo, su contenido, su visión de vida… Y quédate con eso, de forma aislada. 

Al final, nunca tendrás lo que otros tienen, al igual que nadie será jamás como tú. Por más intentos que haya detrás, podrá ser similar, pero nunca igual, por lo que todo lo que necesitas es creer en ti y en tus capacidades. 

Inspírate en esa dirección, y únicamente compárate contigo y en como eras hace 1 año, o hace 5. Seguramente hayas evolucionado y mucho, y esa es la única comparación sana que existe. 

El resto son distracciones y fuentes de malestar que no te merece la pena vivir. 

 

Bonus track 

 

Para concluir, mi recomendación es que busques fuentes alternativas de inspiración más allá de las redes sociales y las vidas idílicas de las personas que sigues. 

Fuentes como libros, o la naturaleza, o tu familia. La inspiración es algo muy personal y no existe una única fuente universal para todos, así que busca la tuya y encuentra la que más paz te dé. 

Cuéntame, además de las redes sociales, ¿dónde más sueles buscar inspiración? 

 

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Sobre mí, Arménia Barradas

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