Demasiado perfeccionismo nos impide avanzar en nuestros proyectos profesionales. Yo misma lo he comprobado a la hora de emprender.
¿Y tú, eres perfeccionista?
Como te decía, yo sí. Creo que desde siempre lo he sido.
Soy de la opinión que es mejor hacer bien las cosas, que hacer las cosas solo por hacerlas. Además, cuando me dedico a algo, siempre doy lo mejor de mí.
Por eso, en alguna actividad que haga, desde trabajar hasta hacer deporte, intento hacerlo todo muy bien. No me gusta quedarme con la sensación de que podría haber hecho algo más…
Sin embargo, me he dado cuenta que la búsqueda de la perfección es una tarea interminable… Siempre hay algo que podemos hacer para añadir un plus extra a la actividad a la que nos dedicamos, para mejorarla un poco más.
Recuerdo que en mi primer proyecto como emprendedora estuve varios meses haciendo mi plan de empresa. De alguna manera siempre faltaba algo, alguna idea que mejorar o alguna información extra que añadir. Nunca terminaba de arrancar porque al plan de empresa no estaba como yo quería.
Lo mismo pasaba con la preparación de las formaciones que tenía que impartir. Perdía horas y horas con detalles, que a la vista de los demás eran insignificantes.
En ambos casos, creo que el perfeccionismo era el reflejo de mi inseguridad y la falta de confianza en mi misma.
Tuve que tomar cartas en el asunto. Lo primero fue ser consciente de que era perfeccionista. Después, gracias al coaching intenté cambiar mi manera de pensar.
En mi segundo proyecto como emprendedora, decidí que sería distinto. En vez de perderme entre los mil y un detalles, preferí enfocarme en lo que era realmente importante para lanzar el proyecto. Después, con el paso de los meses, ya iría perfeccionando mi trabajo. Y el resultado esta siendo muy positivo.
¿Qué es la perfección?
Según Mario Benedetti (escritor y poeta uruguayo del siglo XX), “la perfección es una pulida colección de errores”. Según se desprende de sus palabras, para encontrar la perfección, debemos equivocarnos una y otra vez.
Probar, modificar, rectificar, y volver a probar. Y aun así, lo más probable es que aun estemos perdidos en el largo camino (¿imposible quizás?) hacia lo perfecto.
La palabra “perfecto” (del latín, perfectus), es un adjetivo que define aquello “que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea”. Por tanto, si buscamos la perfección, buscamos la máxima bondad y la máxima excelencia.
La perfección bien entendida es sin duda un motor para el cambio y la innovación. Siempre que nos acerquemos a ella, estaremos en el buen camino. Pero ¿qué ocurre si nuestra búsqueda de la perfección nos lleva a un estado de frustración por no haberla alcanzado?
9 razones para dejar de ser perfeccionista
- Tus expectativas serán casi imposibles de cumplir.
- Estarás expuesta a niveles excesivos de estrés y serás más vulnerable a sufrir enfermedades cardiovasculares.
- Tu creatividad se verá reducida y, con ello, tu capacidad para resolver los problemas que surjan sobre la marcha.
- El alto rendimiento requiere mucho trabajo, lo que hará que tu producto o servicio tarde más en salir a la luz. Esto supone mucha más inversión, tanto en tiempo como en recursos.
- Dedicar mucho tiempo a una misma cuestión hace que pierdas la oportunidad de hacer más cosas, como lanzar nuevos productos, investigar tu mercado o desarrollar nuevas utilidades, por ejemplo.
- Los fallos y fracasos van a resultar demoledores, lo que supondrá mayor estrés y presión. Además, pueden ser causa de problemas emocionales. También pueden suponer pérdidas económicas.
- El perfeccionismo hará que no seas flexible. Y la flexibilidad es una característica necesaria para el éxito, ya que eso permite adaptarse a los cambios a medida que surgen novedades.
- El perfeccionismo hará que el riesgo se convierta en una fobia. El miedo al fracaso aumentará, frenando tu creatividad y motivación.
- Los perfeccionistas nunca encuentran la felicidad y la satisfacción porque siempre queda algo por hacer o encuentran algo que se puede mejorar. Aunque sea cierto, esto causa frustración y disminuye la autoestima.
Algunas claves para mejorar tu relación con el perfeccionismo
Recuerda que nadie es perfecto y que todos tenemos puntos débiles. Debemos intentar mejorar y aprender al máximo, pero en muchas ocasiones debemos resolver situaciones para poder avanzar.
Una tarea se puede realizar, o no realizar. Es mejor hecho, que perfecto y por hacer. En muchas ocasiones, ser perfeccionistas nos lleva a una situación de procrastinación, mermando nuestra productividad y nuestra eficiencia.
Definir metas concretas y saber qué necesitas conseguir también te ayudará a saber cuando has terminado con un objetivo y puedes pasar a otro. En este sentido, establecer fechas límites es un buen recurso para despertar nuestra productividad.
También deberás definir tu propio nivel de calidad “óptima”. Sin ser perfecto, el resultado de una determinada tarea puede ser muy satisfactorio y tú debes saber cuando es así.
Date permiso para equivocarte y cometer errores, como todo el mundo. Lo importante es aprender de los errores.
Valora tus éxitos. Piensa en todo lo que realizas correctamente. Puede que algunas partes no sean perfectas, pero has alcanzado tu meta y cerrado la tarea aunque hayas sentido cierta inseguridad durante el proceso. ¿Qué prefieres, hacer una sola cosa a la perfección o terminar muchas de modo correcto y con éxito?
Evita las comparaciones. Todos tenemos nuestro propio ritmo. Si quieres compararte, hazlo con tu “yo” del pasado.
Por norma general, las emprendedoras queremos hacerlo todo tan perfecto que acabamos tardando mucho en lanzar nuestros proyectos. Lanza una base viable, y después ya la irás puliendo con el tiempo.
Aprender a dedicarnos a lo que es realmente importante para avanzar en nuestro proyecto profesional es una de las claves para crecer.
Toma acción, aunque sea imperfecta, y pule los pequeños detalles a posteriori.
¿Y tú, te consideras demasiado perfeccionista? Cuéntamelo en los comentarios.
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